viernes, 20 de febrero de 2009

TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN

Este es el barco en el que viajaremos Este es el cuento que escribimos entre todos los chicos de 6ºA y que presentamos al concurso de cuentos solidarios 2008. No ganamos, ya lo teníamos asumido porque dos años seguidos es imposible ganar. Pero yo lo hice porque me parece interesantísimo este método de escribir un cuento en conjunto. Aprenden mucho, mucho. Yo me pongo en la pizarra y empezamos a pensar y a dar ideas todos. Y cuando digo todos, es que es todos. Al que no participa, le pregunto. Entre la creatividad de los niños y lo que yo sé de redacción, hicimos este cuento que espero que os guste. Todos los protagonistas son los alumnos de clase. Otro día pondré la foto que nos hicimos en el barco. Muac y muac.... TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN
TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN
TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN
TRAS LAS HUELLAS DE DARWIN -¿Has oído, Bea?, que dicen que este año nos vamos de viaje de fin de curso a Las Islas Galápagos, dijo Carlos. -¿ Las Islas Galápagos? ¿Y dónde están?, contestó Bea. -¿Pero no te has enterado de lo que contó la profe sobre Darwin?, intervino Gloria. -¡Ah! ¡Claro! No me enteré porque ayer falté a clase. Cuenta, cuenta. Pues sí. Estos chicos de 6º sí que tienen suerte. Ayer les conté que en el año 2009 se cumplen doscientos años del nacimiento de Darwin, ese investigador inglés que descubrió la evolución de las especies allá a principios del siglo XIX. Vamos, lo de que todos los humanos descendemos de los monos. Les mandé buscar información en Internet. Les conté lo del proyecto de viaje para final de curso. ¡Qué ojos pusieron! ¡Más grandes que los platos para ensalada! Estaban muy sorprendidos y a todos les pareció una idea muy interesante. Al día siguiente vinieron con varios folios sobre los viajes de Darwin y sus investigaciones. Cristina nos contó que Darwin estuvo cinco años viajando por América del Sur en un barco llamado Beagle. Además trajo fotos. Rafa empezó a contar que en Las Islas Galápagos las tortugas eran gigantes. Trajo un libro de viajes muy interesante con planos y animales. Samuel dijo que había encontrado información sobre unas iguanas enormes y nos las enseñó. Alejandro Alonso trajo una fotografía de un mono con la cabeza de Darwin y nos explicó como había demostrado la teoría de la evolución de las especies. Tomás comentó que su padre le había dicho que aún hay universidades americanas que no se creen la teoría de la evolución. La clase estaba revolucionada. Los ojos de los chicos brillaban como esas piedras preciosas llamadas diamantes, o como nuestros dos pájaros de clase, los diamantes mandarines que no dejan de piar. Pi, pipipí, pipipí. Pi, pipipí, pipipí. Siempre haciendo el mismo ruido. Todos estábamos emocionados. -¡Irnos a las Galápagos!¡No me lo puedo creer! dijo Andrés Galindo. Estoy muy ilusionado, mi primer viaje con vosotros y a un sitio tan lejano... -Pues a mí, mi madre no me deja ni en broma, dijo Paola. Se cree que soy pequeña aún. -Ni a mí tampoco -apuntó Sofía-, bienvenida al grupo, ya somos dos. -Venga ya, no os pongáis tan pesimistas que entre todos vamos a conseguir que os dejen. ¡Ya veréis! -dijo Laura González-. Y si es por dinero, no os preocupéis. Podemos vender papeletas de un jamón ibérico o de una vídeo cámara, como en el cole de mi prima. Sacaremos la pasta necesaria para que todos podamos viajar. -Y si no os dejan porque a vuestras madres les da miedo, dejadme a mí que yo las convenceré, dijo Ángel. Soy su vecino. -Y yo también, intervino Javier. A mí seguro que me hacen caso porque cuando me pongo pesado mi madre siempre al final me dice que sí. Estábamos seguros de que lo iban a conseguir. Un proyecto así no se podía dejar de lado. Era el mes de octubre y nos quedaba todo un curso por delante para preparar nuestro viaje. Escribí la circular para informar a sus padres. Tenían que traerla firmada para poder viajar. Al día siguiente todos trajeron la autorización menos Paola y Sofía. Cuando nos enteramos de que no iban, Ángel saltó: -No os preocupéis, chicas. Estoy seguro que puedo convencer a vuestra familia. Javier convenció a toda la clase para ir a hablar con sus padres después del cole. Y dicho y hecho. Fuimos toda la peña, primero a la casa de Paola y después a la de Sofía. Y tan pesados nos pusimos y tantas razones les dimos, que no tuvieron más remedio que dejarlas ir. - ¡Pobrecillas! ¡Cómo os íbamos a dejar en tierra! ¡Con lo importantes que sois para la clase!, comentaron Miriam y Laura Madueño que se sentaban delante de ellas y eran muy amigas. Durante todo el curso estuvimos estudiando el clima y la vegetación, la flora y, sobre todo, los animales de aquella zona. Yo me fui ocupando de preparar el viaje. Como habíamos decidido seguir los pasos de Darwin, viajaríamos en barco, como él. Les mandé buscar información sobre barcos con motor, cruceros, yates grandes y veleros. Fuimos a hablar con Jose Ignacio, un profesor del cole que es patrón de barco. Nos dijo que en Internet encontraríamos lo que buscábamos. Además se ofreció de capitán y nosotros, directamente, le contratamos. Sin sueldo, claro. -He encontrado el barco ideal. Se llama Goleta. Lo podemos alquilar por un mes y no es tan caro. Dice mi padre que su empresa nos va a dar una parte de dinero si hacemos allí una labor humanitaria. Así que a pensar qué podemos hacer, chicos. Tiene 33 metros de eslora o largo, 6 m de manga o ancho y una capacidad para 40 personas. He traído una foto. Vais a flipar. Es justo lo que estamos buscando, nos informó Luis. -Pues yo he traído todo lo que vamos a necesitar sobre la escala de vientos. Y también me he informado sobre los nudos, que es la velocidad que va a coger el barco según la fuerza del viento,- dijo Antonio-. -Anda, Antonio, déjame tu información que a mí que se me da muy bien hacer rimas y con esas palabras puedo hacer un poema, -afirmó María-. -¡Qué bien! Tráelo mañana, ¿vale? Le dijimos todos. Al día siguiente llegaron con el poema, María y Laura Madueño, que como era su amiga había quedado con ella para escribirlo entre las dos. Era parecido al de Con diez cañones por banda..., ese de Espronceda. A todos nos pareció divertido. Con el viento en calma nos tumbamos en la hamaca. Con viento flojito el barco va despacito. Con ventolina en el barco pescamos sardinas. Con temporal nos ponemos a potar. Con viento fresco amarrados para no caernos. Cuando hay huracán arriamos las velas y a rezar, a rezar, a rezar. (El que sepa, claro). -Está genial. María. Cómo mola, Laura. Le pondremos una música y será nuestro himno, contestaron los chicos. Después de mucho discutir sobre unos modelos u otros, nos decidimos por La Goleta porque era parecida al Beagle. Era un velero de tres palos precioso y grande. Tenía también motor, por si acaso. Era amplio, incluso nos sobraba espacio. Nosotros seríamos 29 ó 30 personas. Los 26 chicos, el capitán, Jose Ignacio, una profe que se ha ofrecido voluntaria llamada Mª Ángeles, y yo. Todos tendríamos que hacer de todo. Limpiar, cocinar, izar y arriar velas, fregar las cubiertas y los cacharros... -Ya somos mayores y lo podemos hacer. Nuestros padres nos consideran más niños de lo que somos. Vamos a darles una lección de responsabilidad, dijo Ignacio. Podemos hacerlo, ¿verdad? -Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiií-contestamos al unísono. Nos quedaba por decidir lo más importante. Qué íbamos a hacer allí de bueno, de humanitario. Cómo íbamos a ayudar. Cuál sería nuestro proyecto para que nos pagaran una parte importante del viaje. Si no, sería imposible, costaba demasiado. La profe nos propuso lo de la embajada para el sábado. Y allí fuimos. A la calle Velázquez, de Madrid, donde se encuentra la Embajada de Ecuador pues a este país pertenecen las Islas Galápagos. Nos recibió el señor Alzina, con zeta, (y la profe siempre diciendo que “ce” y “ci”, se escriben con “c”. Sin comentarios). Hablamos de nuestro proyecto al embajador que se quedó pasmado y prometió ayudarnos. Casi nos necesitaba. Unos niños y unos profesores haciendo una excelente labor. Nos habló de que las Islas necesitan urgentemente un grupo de personas para poner unas vacunas a los animales. Cada turista que llega puede dejar su virus como el de la gripe, la gastroenteritis o el de un simple catarro. Los galápagos, las iguanas, las aves y los otros animales de allí no tenían defensas naturales para crear defensas contra estos virus, que para nosotros no suponen peligro. Ellos podían morir. Sí, se estaban muriendo poco a poco. Se estaban extinguiendo porque su sangre se había debilitado debido a que no se mezclaban con otros animales de otras islas, con otros animales del continente. En La Goleta lleveríamos a algunos animales a otras islas para que se cruzasen con otros. Era un problema que nosotros podíamos remediar. Nos felicitó. Nos concedió una ayuda que nos permitía hacer el viaje.Todo nos iba saliendo bien. Estábamos contentísimos. Y manos a la obra. Nos comprometimos y firmamos un contrato para hablar con veterinarios, biólogos y médicos. Para que nos diesen las vacunas y la manera de ponerlas. Éramos responsables y podíamos hacerlo. Lucía se empezó a mover para traer toda la información que necesitábamos con los medicamentos y vacunas. Iván se encargó de todo lo relacionado con el dinero, el cambio de euros por dólares americanos, que es la moneda de allí y cuánto costaban las cosas. Ignacio fue al hospital para informarse sobre nosotros mismos. Nos dijo que en el mes de mayo tendríamos que vacunarnos de la hepatitis, la fiebre amarilla y la tifoidea, para poder viajar. Nosotros también teníamos que protegernos para no ponernos malos. Andrés del Olmo fue a la comisaría y se encargó del papeleo, de todo lo que necesitábamos para los pasaportes, visados.... Jorge buscó información de comidas y bebidas para el viaje y de los alimentos que nos íbamos a encontrar allí. Ya ha llegado el mes de junio y les he dado las notas. Han aprobado todos. Mañana cogemos el AVE Madrid-Sevilla y, desde allí nos embarcaremos en nuestro nuevo Beagle, que nos llevará por el río Guadalquivir, como en tiempos de Colón, hasta las Islas Galápagos. Pasaremos por la Tierra del Fuego, como Magallanes, que fue el que descubrió el estrecho. Y del Atlántico, al Pacífico. Subiremos bordeando toda la costa de Chile y de Perú. Aquí atracaremos para visitar algunos restos de la civilización inca.Seguiremos subiendo por la costa de Ecuador y llegaremos a la meta deseada. Las Galápagos, por fin, ante nuestra vista. -Tierra a la vista. grita Carlos, desde lo alto de la vela mayor. Y a todos, absolutamente a todos, nos empiezan a resbalar unas lágrimas que son mezcla de alegría y cansancio, de lo bueno y lo malo que hemos pasado y nos queda aún por pasar. Papeles: pasaporte, divisas(dólares americanos), condiciones sanitarias, vacunas(tétanos, fiebres tifoideas, hepatitis...), Embajada ecuatoriana, c/ Velázquez Embajador: D. Juan María Alzina de Aguilar Bandera como la española pero con los colores amarillo, azul y rojo