viernes, 4 de marzo de 2016

LEYENDA DE MARICASTAÑA



Para que veáis la diferencia entre prosa(cuento) y poesía (verso), aquí os dejo la historia de una mujer, Maricastaña, que vivió hace mucho tiempo.


LEYENDA DE MARICASTAÑA(cuento en prosa): 

Hace más de seiscientos años (2016 menos 600 es igual a mil cuatrocientos y pico, es decir, siglo XV),  en un pueblo de Lugo cuyo nombre no recuerdo, vivía una señora rica de nombre María Castaña. 

Cuentan que era mujer muy valiente; que participó en la lucha junto a los hacendados contra el obispo Pedro López de Aguiar que cobraba muchísimos impuestos a las gentes humildes de allí, a las gentes que tenían dinero o no lo tenían, al obispo le daba igual .

Y algo había que hacer para acabar con este gran abuso por parte del obispo. 

Un día apareció muerto Francisco Fernández, -recaudador de impuestos del obispo- en una gran pelea que tuvo con la buena mujer.

 María Castaña se cansó de pagar injustamente tanto dinero para la iglesia y tuvo a bien matarlo ayudada por su esposo y sus cuñados. 

Confesó su gran crimen -nunca, nunca, hay que matar- y tuvo que entregar todos sus bienes para la catedral de ese pueblo tan gallego. 

¡Pobre María Castaña! No se sabe qué fue de ella después; quizás murió en la hoguera o quién sabe si murió de pena en una cárcel triste, como suelen ser todas las cárceles.

Esta historia que os he contado es muy, muy, muy antigua,  de allá por aquel tiempo de Maricastaña.


MARICASTAÑA (poema en versos:)

Hace más de seiscientos años
en un pueblo de Lugo,
cuyo nombre no sé,
vivía una señora con dinero
de nombre María Castaña.

No le gustaban los abusos
ni que el obispo
pidiese a los más pobres el dinero 
que no tenían.

Cuentan que era valiente;
que luchó junto con otros hombres
contra el obispo Pedro López de Aguiar
que cobraba muchísimos impuestos
a las gentes de allí con dinero o sin dinero.

Y algo había que hacer
para acabar con este señor
señor tan egoísta.

Maricastaña hizo una cosa
que nunca debe hacerse:  matar.

Un día apareció muerto Francisco Fernández,
-recaudador de impuestos del obispo-
en una gran pelea
que tuvo con la buena mujer.

María Castaña
se cansó de pagar injustamente
tanto dinero para la iglesia
y junto con su esposo y sus cuñados
mató al obispo.


Confesó su gran crimen
y tuvo que entregar todos sus bienes
para la catedral de ese pueblo tan gallego.


¡Pobre María Castaña!

No se sabe qué fue de ella después;
quizás murió en la hoguera
o quién sabe si se murió de pena
en una cárcel triste,
como tristes son casi todas las cárceles.

Esta historia que os he contado
es muy, muy, muy antigua
de allá por aquel tiempo
de Maricastaña.

(Espero que os haya parecido interesante).

MUUUAAACCCAAASSS!!!